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Conozca las enfermedades mentales comunes y su impacto en la vida cotidiana

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hombre padeciendo enfermedades mentales comunes

Tiempo de lectura: 8 minutos

Las enfermedades mentales comunes como la ansiedad y la depresión son cada vez más frecuentes en el Ecuador y el mundo. Estas condiciones pueden afectar desde la capacidad para concentrarse hasta las relaciones interpersonales, generando una disminución significativa en la calidad de vida. Vivir con un trastorno mental no tratado puede alterar el rendimiento laboral y académico, además de deteriorar el bienestar emocional y físico. Por ello, es fundamental buscar atención oportuna y conocer cómo identificarlas a tiempo.

Muchas veces, estas afecciones no tienen una causa clara ni única, lo que puede generar confusión y desinformación en quienes las padecen. No siempre existe un evento traumático o una situación puntual que desencadene el problema; más bien, pueden influir factores genéticos, hormonales y ambientales. La sensación de incomprensión suele aumentar el aislamiento, dificultando aún más la recuperación. Por eso, comprender su naturaleza multifactorial ayuda a derribar estigmas y a promover la empatía hacia quienes las enfrentan.

Este artículo le ofrece una visión general sobre las enfermedades mentales comunes que afectan a miles de ecuatorianos y ecuatorianas. Desde los trastornos de ansiedad hasta condiciones más complejas como el trastorno obsesivo-compulsivo, es importante entender cómo se manifiestan, qué los origina y cómo pueden tratarse. La información adecuada permite tomar decisiones informadas para cuidar la salud mental y fomentar una sociedad más solidaria y consciente. 

Tipos de ansiedad que afectan con frecuencia a las personas

La ansiedad no es un solo problema, sino un conjunto de trastornos que se presentan de diferentes maneras. Comprender sus variantes ayuda a identificar los síntomas y buscar el acompañamiento adecuado. Estos pueden ir desde ataques de pánico inesperados hasta un temor constante ante situaciones cotidianas. En Ecuador, este tipo de padecimientos se ha vuelto más visible en los últimos años, afectando tanto a jóvenes como a personas adultas. 

Ansiedad generalizada que no da tregua 

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación constante, sin que exista un motivo evidente que la justifique. Quienes lo padecen viven en un estado de alerta permanente, anticipando escenarios negativos sin descanso. Esta condición interfiere con la tranquilidad diaria y puede afectar el desempeño en diferentes áreas de la vida, desde lo laboral hasta lo familiar.

Este tipo de ansiedad puede persistir durante meses o incluso años si no se trata de manera adecuada. Buscar atención especializada permite establecer estrategias de manejo y mejorar progresivamente. A veces, las personas intentan sobrellevarla sin apoyo profesional, lo que solo agrava su malestar emocional. Además, existen herramientas como la respiración 4 7 8 que ayudan a disminuir la tensión en momentos de crisis. Según el National Institute of Mental Health, la terapia combinada con tratamiento farmacológico puede ser muy efectiva.

Los factores que influyen en su desarrollo incluyen predisposición genética y ambientes cargados de estrés crónico. Reconocer estos factores permite trabajar en la prevención y fomentar estilos de vida más saludables que protejan la salud mental. Experiencias traumáticas, problemas económicos o conflictos interpersonales también pueden desencadenarla. 

Temor a las miradas y juicios en público 

El trastorno de ansiedad social se manifiesta como un miedo profundo a ser evaluado o criticado negativamente por otras personas. En Ecuador, donde las interacciones sociales son parte importante de la vida cotidiana, este trastorno puede limitar enormemente la participación en eventos comunitarios o laborales. Esta ansiedad puede aparecer en situaciones tan simples como hablar en una reunión o compartir una comida en grupo.

A menudo, este miedo se presenta en contextos comunes, como saludar a alguien nuevo o hacer una exposición en clase. Aunque parezcan tareas sencillas, quienes sufren ansiedad social las viven con angustia, lo que puede afectar su autoestima y confianza personal. Esto también repercute en la formación académica o en oportunidades de empleo.

La preocupación anticipada por estos eventos suele generar un sufrimiento intenso incluso antes de que ocurran. Esta anticipación puede llevar a evitar por completo ciertas situaciones, reforzando el aislamiento. Acompañamiento psicológico y terapia de exposición progresiva han demostrado buenos resultados para reducir este tipo de ansiedad. 

hombre con trastorno de ansiedad social

Obsesiones que se repiten y no dejan en paz 

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se caracteriza por la presencia de pensamientos recurrentes y perturbadores que generan malestar. Estos pensamientos, llamados obsesiones, suelen ir acompañados de comportamientos repetitivos (compulsiones) que la persona siente que debe realizar para disminuir su ansiedad. Conozca más sobre este tema en nuestro artículo sobre el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).

Este trastorno puede empezar desde la niñez o aparecer en la juventud, y mantenerse a lo largo de los años. La falta de diagnóstico temprano puede dificultar su tratamiento y afectar el desarrollo personal. Las personas afectadas, muchas veces, ocultan sus síntomas por vergüenza o por miedo al rechazo, lo que incrementa su sufrimiento.

Los casos más comunes incluyen miedo a los gérmenes, necesidad de simetría o repetición de rutinas hasta “sentirlas correctas”. Estas conductas interfieren con las actividades diarias y, en casos severos, impiden llevar una vida normal. Según el National Institute of Mental Health, son pensamientos incontrolables que interfieren con las actividades cotidianas

Alteraciones del estado de ánimo que afectan la vida diaria

Este tipo de enfermedades mentales comunes impacta directamente en cómo una persona percibe, experimenta y expresa sus emociones. Aunque suelen relacionarse con la tristeza y la soledad, muchas veces van más allá, generando una sensación de desesperanza que se instala por largos periodos. Estas condiciones son más frecuentes de lo que se piensa y pueden interferir con la salud integral de quienes las padecen.

Cuando una persona está enfrentando un trastorno del estado de ánimo, no se trata únicamente de estar desanimada. En muchos casos, hay una dificultad real para tomar decisiones o cumplir con las responsabilidades cotidianas, lo cual limita su independencia y su capacidad de adaptación a las exigencias diarias. Esto puede impactar el entorno familiar, laboral y social, generando aún más estrés y frustración.

Además del malestar emocional, estos trastornos también afectan al cuerpo. Está demostrado que los desequilibrios emocionales pueden aumentar el riesgo de sufrir enfermedades físicas, como problemas cardíacos o trastornos gastrointestinales. La conexión mente-cuerpo es fundamental, por lo que el tratamiento debe abordar ambos aspectos para lograr una recuperación efectiva. Entre estos efectos físicos, se ha relacionado el estrés crónico con condiciones como el envejecimiento prematuro

La depresión y su impacto silencioso 

Entre las enfermedades mentales comunes más conocidas se encuentra la depresión, un trastorno del estado de ánimo que provoca una tristeza persistente y una pérdida total de interés por las actividades que antes eran gratificantes. Este estado mental afecta tanto las emociones como el cuerpo, disminuyendo la energía, el apetito y la calidad del sueño.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, una de cada seis personas experimentará depresión en algún momento de su vida. Esto demuestra cuán extendido es este problema, y la necesidad de visibilizarlo y tratarlo con profesionalismo y empatía en todo contexto, incluso aquí en Ecuador. Si desea saber cómo brindar ayuda efectiva, le recomendamos leer sobre cómo ayudar a una persona con depresión

El trastorno bipolar y sus cambios extremos 

El trastorno afectivo bipolar se caracteriza por una alternancia entre episodios de manía eufórica y momentos de profunda tristeza o apatía. Estos cambios en el estado de ánimo pueden aparecer sin previo aviso, lo que dificulta mucho la estabilidad emocional de la persona.

Según especialistas, existen tres tipos de trastorno bipolar que se diferencian por la intensidad y duración de sus síntomas:

  • Trastorno bipolar tipo 1: se presenta con al menos un episodio maníaco intenso, a veces acompañado de episodios depresivos.
  • Trastorno bipolar tipo 2: involucra episodios depresivos graves junto con hipomanías, que son menos intensas.
  • Trastorno bipolar de ciclo rápido: se manifiesta con cambios frecuentes entre manía y depresión en lapsos muy cortos.
hombre con trastorno bipolar

Trastornos psicóticos que alteran la percepción de la realidad

Los trastornos psicóticos presentan una desconexión grave con la realidad, afectando profundamente la forma en que una persona piensa, actúa y se comunica. Las personas que lo padecen pueden tener dificultades para diferenciar lo real de lo imaginario, lo que los expone a situaciones de vulnerabilidad.

Dentro de este grupo de condiciones, la más reconocida es la esquizofrenia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad afecta al 0,32% de la población mundial, y puede causar un deterioro progresivo si no se trata con el acompañamiento adecuado. 

La esquizofrenia y su impacto social 

La esquizofrenia es uno de los trastornos más severos dentro de las enfermedades mentales comunes que afectan la vida de quienes la padecen y de sus seres cercanos. Genera distorsiones en la percepción de la realidad, con síntomas como alucinaciones, delirios y alteraciones del pensamiento lógico.

Lo habitual es que el diagnóstico se realice entre los 16 y 30 años, cuando aparece el primer episodio psicótico. Un diagnóstico y tratamiento temprano puede mejorar de forma significativa la evolución del paciente, brindándole herramientas para desenvolverse en su entorno con mayor autonomía. 

Trastornos alimentarios y su relación con la salud mental

Los trastornos de la conducta alimentaria son otra forma de enfermedades mentales comunes que suelen pasar desapercibidas, ya que muchas personas esconden sus síntomas por vergüenza o por no ser comprendidas. Estos trastornos afectan no solo la relación con la comida, sino también la salud emocional y física.

Dos de los más conocidos son la anorexia y la bulimia. En ambos casos, hay una preocupación desmedida por el peso corporal y la imagen, lo que lleva a comportamientos perjudiciales como el vómito autoinducido, el ejercicio excesivo o el consumo abusivo de laxantes. 

mujer con trastornos de la conducta alimentaria

Anorexia

Aunque muchas personas no lo saben, la anorexia forma parte del grupo de enfermedades mentales comunes que afectan la salud emocional y física. Este trastorno provoca una preocupación excesiva por el peso y la figura corporal. Esa visión distorsionada de sí mismo hace que quienes lo padecen dejen de alimentarse adecuadamente, hagan ejercicio en exceso o recurran a métodos extremos como provocarse el vómito para bajar de peso.

Además de su impacto nutricional, este trastorno puede estar acompañado de otros problemas emocionales. La anorexia con frecuencia se presenta junto con depresión, ansiedad y aislamiento social, afectando aún más la calidad de vida de la persona. En muchos casos, este sufrimiento se vive en silencio por miedo al juicio o a no ser comprendido. 

Bulimia

Aunque la anorexia y la bulimia comparten ciertos patrones, no son lo mismo. La bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria en el que la persona ingiere grandes cantidades de comida y luego recurre a laxantes o al vómito para evitar subir de peso. Estos episodios suelen ir acompañados de culpa, vergüenza y una profunda insatisfacción con la imagen corporal.

Aunque no se ha identificado una causa específica para este trastorno, la bulimia se manifiesta con mayor frecuencia en niñas, adolescentes y mujeres jóvenes. Cuando no se trata de forma oportuna, puede tener repercusiones graves en la salud física y mental, como alteraciones digestivas, desequilibrios hormonales, depresión y ansiedad.